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lunes, 27 de noviembre de 2017

Poesía a fuego lento

Paul Rodríguez, poeta y docente.

Arroz con leche para primavera. Entre filosofías, amores y otros dulces (2016), es el primer poemario publicado por  escritor Paul Rodríguez (Chiclayo, 1988).

El título evoca sabores intensos, postres de abuela, olor a canela y clavo de olor, tardes contemplando a la madre en su delicada labor. Dulcísimos recuerdos.

Arroz con leche para primavera es un libro sui generis en la literatura actual, no solo de Chiclayo sino del Perú: es fresco, luminoso, etéreo, entusiasta, directo.  El poeta. no quiere hacer experimentos gramaticales de vanguardia y posmodernidad. No quiere parecer difícil, aunque sus metáforas insólitas parezcan impromptus líricos, o nos sorprenda con paradojas en clave de humor.

Una clave para adentrarnos en el poemario es el epígrafe inicial del escritor existencialista francés Jean Paul Sartre: “Para que el suceso más trivial se convierta en aventura, es necesario y suficiente contarlo”.


En el prólogo, titulado “Unas pocas palabras para muchos universos”, el poeta César Boyd afirma: “En la verdadera poesía, cada decir es un hacer, pues conjuga la palabra con las peripecias de la existencia, que día a día va atrapando renovadas cavilaciones. Paúl Rodríguez es un poeta que busca por todos los medios, sentidos o lecturas, sus más personales temas para poetizar. En el libro se entremezclan los cultismos más sofisticados y las frases acaloradamente más románticas de un soñador. Se redactan las contradicciones más sutiles como creer en el Dios Todopoderoso, siguiendo el ritmo de la oración católica del Credo, y creer en la canción Imagine de Lennon (…)

El constante estudio de la historia y la filosofía, ha influenciado en el autor para construir su contexto poético, ligado a la cotidianidad más próxima, como la familia o la cocina, pero llevado a lo trascendente: “yo también me he preguntado mil veces por el tiempo/ y me he levantado para volver a recordar”. El poeta entiende con nostalgia, con recuerdos, con creencias; desde ahí parte su valor y su ensoñación.”

La aventura poética de Paul Rodríguez empieza por reconocer que la vida es un viaje hacia lo inesperado, que cada día morimos un poco y renacemos con el sol. Su poesía está hecha de experiencia, de alegría y dolor, de risa y llanto, de sorpresa y melancolía, diferentes formas de encarar el destino humano.


En efecto, como educador y docente de filosofía, Paul tiene una cultura libresca, y como activista de Amnistía Internacional, tiene una sensibilidad a flor de piel: “En este libro no quiero ocultar nada; ni extenuaciones, ni desa­mores, ni artificios. Solo expresarlas como estoy acostumbrado. Quiero además, manifestar, que el niño que imaginaba ser grande mientras soñaba con las nubes, es el mismo que ahora ha escrito esto. Hay que hacer, sin embargo, una salvedad, también lo escri­bió ese muchacho que a inicios de siglo prefería las bancas en el parque, los horizontes frente al mar y los picos más altos…”, señala en la presentación.

Cada amor es un misterio, como el mismo lo dice: “Me he preguntado por el amor y he pensado que aunque el amor sea un grave peligro, lo más peligroso del ser humano es no amar; quizá por eso no he ganado ningún premio o galardón, excepto el primero, que fue un recital de poesía cuando tenía cuatro años. Cuando cambia el equinoccio, hay muchos que sincronizan la esperanza y la pasión para ofrecerse con optimismo al mundo, o sea se disponen a compartir algo de su ser. ¿Determinismo, libre albedrío, falsacionismo? Quién sabe, pero mientras crean algu­nos que somos pasajeros del caprichoso viaje de una realidad parcialmente incognoscible, o fieles caminantes, buscadores, de una suplencia por la que se pueda morir; yo ofrezco, con mucha sencillez Arroz con leche para primavera, es decir, mis impetuo­sos pero no tan aventurados momentos en la vida, el amor y la filosofía.”

Rodríguez instaura una manera directa y clara de encarar la experiencia poética, acorde con los tiempos actuales marcados por el Internet, la tecnología inteligente, la hipervelocidad de las comunicaciones y el auge de las redes sociales. El imperio de la realidad virtual también llega al reino de la poesía, y los poetas nos hablan en un ritmo vertiginoso.

Arroz con leche para primavera está dividido en tres secciones. En la primera parte están los poemas: “Creo para entender”, “Corazón”, “Me dices”, “Algodón”, “Sólo bésame”, “Champagne”, “En medio de las nubes”, “Profeta”, “He aprendido”, “Hay una cereza allá en el cielo”, “Ven, vuelve pronto” y “Primavera a la mitad”.

En la segunda parte figuran los poemas: “Ella”, “Tres”, “¿Qué somos?”, “Mis dones”, “Tiempo cero”, “Amor en efecto mariposa”, “Una chispa”, “Rosa, azúcar y vendaval”, “Cristales”, “Rézale a mi recuerdo”, “Polvo de palabras” y “Al final”.

En la tercer parte: “¿Ahora quién nos piensa?”, “Alma de hule”, “Mujer mandarina”, “Vuela alto, muy alto”, “La otra”, “Café en un ´desayuno con diamantes´”, “Mermelada”, “Yo también te miento”, “Horizonte”, “Te elegiría”, “Nada juraremos” y “Vi-sa para la eternidad”.

El leitmotiv principal del libro es el amor, considerada la fuerza más grande que mueve el universo. Y las otras caras del amor: la pasión, el deseo, el desamor, los viajes, las despedidas, las interrogantes y las dudas.

Paul Rodríguez ha dado un paso decisivo en su vita al lanzar al mundo un libro valiente, honesto, directo, sin artilugios superficiales. Él ha querido entregar su vida misma. 

(Por: Nivardo Córdova /